¿Una nación cristiana?

Una perspectiva menonita sobre la libertad religiosa en 3 partes 

“¡Nosotros, salvamos a Colombia de ser entregada a los comunistas!” Esas fueron las palabras de un pastor famoso de una mega iglesia colombiana, pronunciadas ante una multitud que lo vitoreaba en California. Ese pastor se refirió al reciente éxito de una campaña por el “No” en el referéndum popular que votó en contra de la implementación de un acuerdo de paz en mi país. El gobierno y el grupo rebelde insurgente, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (las FARC), firmaron ese acuerdo en 2016.1

Algunos años antes de ese referéndum, un sacerdote católico me dijo: “Es tan interesante ver a todos estos pastores evangélicos buscando más poder político y privilegios religiosos mientras algunos de nosotros, como católicos, queremos tomar distancia de una relación cercana con el gobierno colombiano, y de todo el daño y la corrupción que ha traído a nuestra iglesia”. 

La búsqueda de poder político y privilegios está aumentando entre los evangélicos en América Latina. La estrecha conexión entre algunos pastores y la política partidista nos preocupa a algunos de nosotros como menonitas, especialmente cuando los líderes religiosos cristianos intentan imponer sus valores a los demás. 

La forma en que surgió la tradición menonita puede ayudarnos a comprender nuestras inquietudes. 

Los inicios de los menonitas 

A la sombra de la catedral de Grossmünster, la principal iglesia católica de Zúrich, un grupo de jóvenes se reunió en una casa para cometer un acto de subversión: el bautismo de adultos. 

El estudio de la Biblia los había llevado a entendimientos diferentes a los de la iglesia estatal. Tal como lo entendían, el bautismo simbolizaba una decisión consciente de someterse al señorío de Jesucristo y seguir su ejemplo en la vida, un compromiso que solo un adulto podía hacer. Esa decisión desafió la práctica milenaria en la Iglesia Católica de bautizar a niños. 

Este acto radical de enero de 1525 marcó el comienzo simbólico de lo que se conocería como el movimiento anabautista (“rebautizador”). Años más tarde, muchos de ellos fueron conocidos como menonitas. 

Para los menonitas del siglo XVI, la respuesta de fe los llevó inmediatamente a la comunión en una comunidad de creyentes a través del bautismo. Los menonitas demostraron su decisión libre y voluntaria de seguir a Cristo por medio del bautismo, que al mismo tiempo era la puerta de entrada a la iglesia. Eso, por supuesto, implicaba que la iglesia estaba formada por creyentes que habían decidido de manera voluntaria formar una nueva comunidad. 

Esta forma de entender la fe cristiana y la iglesia requiere la libertad de elegir: tu confesión de fe, tus valores, la ética que caracterizará tu vida, la educación que deseas para tus hijos y tú estilo de vida como cristiano. 

También implicaba que habría personas que elegirían de manera diferente de aquellos que deciden seguir a Cristo, e incluso aquellos que siguen a Cristo pueden optar por hacerlo de manera diferente unos de otros. 

Para garantizar la existencia de una iglesia voluntaria, debe haber libertad y la posibilidad de decir “no” a la fe cristiana, a los valores cristianos y al estilo de vida cristiana. Sin libertad y una garantía de vivir libremente las decisiones sobre la religión y la ética, no habrá una verdadera iglesia. 

En palabras del historiador William Estep: “Los anabautistas no estaban interesados en edificar una iglesia mediante la coerción, ya sea mediante el bautismo de niños o mediante el poder del magistrado… Estaban preocupados por reunir una iglesia de creyentes que hubieran respondido libremente a la proclamación del evangelio”. 2

Esta forma de pensar rechaza la idea de depender de gobiernos humanos para promover la fe cristiana, sus valores o su forma de vida. De hecho, buscar formas de obtener privilegios religiosos legales sobre otras religiones es fundamentalmente incompatible con esta perspectiva.  

Entonces, ¿cómo entienden los menonitas al estado y la relación con él? 

El mes que viene proporcionaremos el próximo artículo de esta serie. 

—Este artículo de tres partes es una adaptación de una ponencia que el secretario general del CMM, César García, pronunció como orador destacado en el 9º Congreso Mundial de la Asociación Internacional de Libertad religiosa (IRLA, por sus siglas en inglés). Partes de esta ponencia han sido extraídas del libro de César García ¿Qué es el reino de Dios y cómo es la ciudadanía? (What is God’s Kingdom and What Does Citizenship Look Like?) (Herald Press, 2021). 

Footnotes:
1) Rebecca Bartel. “Underestimating the force of the New Evangelicals in the Public Sphere: Lessons from Colombia, South America.” The Immanent Frame, November 15, 2016, (accessed December 4, 2016). http://blogs.ssrc.org/tif/2016/11/15/underestimating-the-force-of-the-new-evangelicals-in-the- public-sphere-lessons-from-colombia-south-america/ 
2) William Roscoe Estep, The Anabaptist Story: An Introduction to Sixteenth-Century Anabaptism, 3rd ed. (Grand Rapids, Mich.: William B. Eerdmans Pub., 1996), 245. 

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