Al corriente: mayo 19, 2016
Contexto del testimonio anabautista
Estados Unidos se constituyó en 1776, como la primera república moderna. Sus fundadores creían participar de un experimento político innovador, que otorgaba una libertad de conciencia bastante amplia a diversos grupos cristianos. Por otra parte, era una nación en la que, hasta 1865, al menos doce de cada cien personas eran hombres y mujeres esclavizados/as de origen africano. Esta nación también ha sido forjada por inmigrantes; tal es así que actualmente personas de todo el mundo consideran que Estados Unidos es su hogar. Tiene una economía muy compleja, universidades de investigación muy reconocidas, una tradición de derechos civiles y un sector militar sumamente grande que interviene activamente a nivel mundial. Todo estos factores configuran el contexto en que viven cristianos y cristianas estadounidenses, incluyendo menonitas y otros anabautistas.
Al igual que otros países, Estados Unidos es también una nación de mitos nacionales. Existe, por ejemplo, el mito del “crisol de culturas”, por medio del cual muchos estadounidenses creen que la asimilación es inevitable, favorable o ambas cosas. Quizá más importante haya sido el mito de la “ transcendencia individual”, la promesa de que la gente pueda dejar atrás todas las tradiciones y comenzar nuevamente, que el futuro es mejor que el pasado, y que lo nuevo equivale a algo mejorado. El pueblo estadounidense suele lidiar con el descontento dejando de lado un producto, grupo o situación y comenzando de nuevo, en vez de aferrarse a algo antiguo y abocarse a mejorarlo o adecuarlo. Esta fe ha inspirado a la sociedad estadounidense, influenciando incluso a las iglesias. Estados Unidos ha dado origen a un número inigualable de denominaciones e “iglesias independientes” de todo el espectro teológico.
Dos grandes grupos
Un modo de considerar a la comunidad anabautista de EE.UU. es, en términos generales, clasificándola en dos grupos: quienes se hayan integrado bastante a los patrones económicos y educativos convencionales, y quienes tengan rutinas diarias que los diferencian inequívocamente de sus vecinos. El primer grupo incluiría a la mayoría de los miembros de la Iglesia Menonita USA, la Convención de los Hermanos Menonitas de EE.UU., los Hermanos en Cristo (BIC) de EE.UU., la Convención Menonita Conservadora, etc. (Todas las iglesias enumeradas anteriormente son miembros del Congreso Mundial Menonita.) Dichas hermanas y hermanos, en general, procuran vivir su fe de manera que puedan marcar la diferencia en su contexto local, ámbitos que suelen ser urbanos y suburbanos, de profesionales de clase media. Estos menonitas y Hermanos en Cristo se informan habitualmente a través de fuentes convencionales de los medios de comunicación, poseen sus propios autos, creen que tener un buen desempeño académico es fundamental para el futuro económico de sus hijos/as, y presuponen que la atención médica existente debería ser mejor que la que disponían sus abuelos/as.
En cambio, los miembros de las iglesias de los amish “Old Order” –el grupo más numeroso de congregaciones anabautistas de Estados Unidos–, como así también menonitas “Old Order” y un conjunto de grupos afines, generalmente no comparten estas presunciones y valores. Desde cómo se visten hasta cómo llegan al trabajo y qué expectativas tienen para sus hijos/as, tales anabautistas están deliberadamente alejados de lo que gran parte de la ciudadanía estadounidense cree que es fundamental para una buena vida. Decenas de miles se trasladan en carruajes de caballos a tiro, rechazan la educación superior y se niegan a confiar en planes de seguro comerciales.
Existen, por supuesto, excepciones y variantes dentro de esta amplia modalidad. Es probable que miembros de grupos asimilados digan que van contra la corriente como pacifistas y como personas que defienden altos principios morales. Y algunos anabautistas “Old Order” se integran cada vez más a la economía del país. Aun así, lo primero que observadores de afuera reconocen son las diferencias que existen entre las personas que se han adaptado al modelo básico de la sociedad estadounidense –o, en el caso de nuevos inmigrantes y comunidades de minorías étnicas y raciales, que procuran lograr un mayor acceso a ese modelo básico–, y los denominados grupos “plain” (“sencillos”), que resisten de manera contundente los mitos nacionales de asimilación y trascendencia individual.
Historias de inmigración y renovación
Los menonitas llegaron primero en pequeños números a lo que posteriormente sería Estados Unidos en el siglo XVI. Hubo una oleada mayor de menonitas y amish emigrantes de Europa Occidental en el siglo XVII y principios de la década de 1800; y menonitas y huteritas del Imperio ruso llegaron en la década de 1870. Poco a poco estas iglesias germánicas se abrieron a personas de otros trasfondos, incluyendo pueblos indígenas, de cuya tierra había dependido el asentamiento de los menonitas. Leyes inmigratorias estrictas excluyeron a gran número de inmigrantes nuevos a mediados del siglo XIX, pero a partir de 1970 Estados Unidos ha recibido nuevamente a millones de inmigrantes cada década, incluyendo a menonitas de Asia, África y América Latina. Algunos inmigrantes anabautistas han llegado junto con sus convenciones de iglesias. Por ejemplo, el Sínodo de Jemaat Kristen Indonesia tiene actualmente ocho congregaciones en la costa oeste de EE.UU.; Amor Viviente, con sede en Honduras, cuenta con iglesias en varios estados del sur de EE.UU. Igualmente, cuando miembros mexicanos de congregaciones de la Evangelical Mennonite Mission Church (Iglesia Evangélica Menonita de Misiones), con sede en Canadá, emigraron a Estados Unidos, establecieron iglesias de EMMC allí (conocidas como Active Mission Conference [Convención de Misión Activa]).
En Estados Unidos, los movimientos de renovación espiritual han generado también decenas de organismos eclesiales anabautistas nuevos. Los Hermanos en Cristo surgieron en la década de 1780, en la comunidad de menonitas de Pennsylvania que simpatizaban con el pietismo y la interpretación wesleyana de la santificación. A mediados del siglo XIX, el movimiento de renovación del “Old Order” enfatizaba las prácticas de la humildad y del contentamiento, junto con un enfoque comunitario de la fe y la creencia de que la disciplina de la iglesia fortalecía y no obstaculizaba el vínculo de una persona con Dios. En el siglo XX, la Convención Menonita Conservadora (CMC) experimentó una renovación cuando el activismo misionero del evangelicalismo estadounidense transformaba la herencia amish de CMC. Además, el pentecostalismo ha sido una fuente de empoderamiento espiritual para sectores del mundo anabautista de Estados Unidos.
Paradojas del crecimiento
Actualmente, el mundo anabautista de EE.UU. se está volviendo más urbanizado, étnica y racialmente diverso, al mismo tiempo que crece la población blanca en zonas rurales. Por un lado, el crecimiento de muchos organismos anabautistas se da en congregaciones tales como la Casa del Dios Viviente (BIC), de Pompano Beach, Florida, o la Iglesia Menonita Hmong de St. Paul, Minnesota. La mitad de las iglesias de los Hermanos Menonitas del país tienen un claro perfil latino, asiático-americano, eslavo o afroamericano. La Iglesia Calvary Community de Hampton, Virginia, cuya membresía es de 2.200 personas, en su mayoría afroamericanos, es la congregación más numerosa de la Iglesia Menonita USA.
A la vez, el crecimiento numérico más grande del mundo anabautista de EE.UU. se da en los grupos menonitas amish y “Old Order”. Menonitas y Hermanos en Cristo de tendencia evangelical suelen desestimar el crecimiento de estos grupos dado que prácticamente proviene de su propia descendencia. Sin embargo, las iglesias anabautistas culturalmente conservadoras hacen un trabajo increíble de atraer y retener a la juventud. El número y crecimiento de dichas iglesias –aunque generalmente apartadas de la mayoría de los miembros menonitas y Hermanos en Cristo tradicionales– significa que la población anabautista de EE.UU., en su conjunto, es un poco más blanca y rural, en términos porcentuales, que hace treinta años.
Realidades contemporáneas y ámbitos de testimonio
1. Los anabautistas estadounidenses constituyen una pequeñísima parte de un país muy grande. Estados Unidos se posiciona como una superpotencia mundial, y sus decisiones económicas y militares afectan la vida de la gente de todo el planeta. Los anabautistas estadounidenses forman parte de este complejo superpoderoso, pero no concitan tanta presencia cultural como, por ejemplo, en Canadá, ni tienen tanta influencia económica o política como, por ejemplo, en Paraguay. A los menonitas a menudo les ha generado inquietud su relación con el Estado por el hecho de ser una muy pequeña minoría en el centro de un imperio de los últimos tiempos.
Para algunas personas, incluyendo a miembros del “Old Order”, la mayor preocupación ha sido el poder coercitivo de asimilación del Estado. No sólo rechazan las muestras patrióticas y la participación militar, sino que (en la mayoría de los casos) la educación pública y programas de salud pública. A otros menonitas les inquieta profundamente el rol sobredimensionado de Estados Unidos en los asuntos mundiales y sus frecuentes aventuras militares en el extranjero, lo que suscita frecuentemente protestas públicas de algunos menonitas. De cualquier manera, el tamaño de la comunidad anabautista frente a la nación a menudo ha resultado en una postura defensiva o profética respecto a cuestiones públicas en vez de, digamos, procurar asociarse con organizaciones gubernamentales a fin de promover la visión anabautista del mundo.
2. Los anabautistas estadounidenses viven en medio de la abundancia material. Independientemente de cuán cómodos se sientan identificándose como ciudadanos estadounidenses, muchos menonitas y Hermanos en Cristo están, en general, muy bien económicamente. La abundancia que caracteriza la vida de muchos menonitas se expresa positivamente a través de donaciones de caridad para causas de la iglesia o la sociedad civil, menonitas u otros. De hecho, estudios de filantropía suelen clasificar a los menonitas como donantes generosos en comparación con muchos otros cristianos de EE.UU. Además de donar a causas mundiales, los menonitas y Hermanos en Cristo asimilados también gastan más dinero en sí mismos, construyendo o renovando las estructuras de las iglesias, a menudo a un costo de millones de dólares o más por un solo proyecto.
3. Sistemas legales y financieros previsibles en Estados Unidos le han permitido a los anabautistas crear aquí diversas instituciones, ya sean organizaciones misioneras y centros de retiros, o fondos de inversión y hogares de ancianos. La labor de estas grandes instituciones que cuentan con personal profesional, recibe mucha cobertura en la prensa menonita, aunque no debería eclipsar la multiplicidad de ministerios que funcionan con voluntariado y recursos limitados, y que le cambian muchísimo la vida a la gente. Por ejemplo, centenares de congregaciones menonitas y de los Hermanos en Cristo albergan centros preescolares y guarderías, administrados por mujeres que benefician a miles de familias por año, pero que no reciben la atención que reciben institutos terciarios y universidades menonitas.
4. Los anabautistas estadounidenses viven en una sociedad pluralista que determina su culto y testimonio. En muchas iglesias anabautistas se cantan himnos y canciones contemporáneas compuestas por músicos protestantes y católicos. Paralelamente, se enriqueció el culto en gran número de congregaciones gracias al estilo y la espiritualidad del movimiento carismático. Otras congregaciones han adoptado el Libro Revisado de Lecturas Biblicas para el año litúrgico y el calendario anual de la Iglesia para ordenar su vida conjunta. Algunos promotores de la paz menonitas y Hermanos en Cristo colaboran con católicos y evangélicos para poner fin a la pena de muerte o apoyar a madres solteras. Aun otros se han sumado a grupos interreligiosos para encarar problemáticas del medio ambiente.
5. Los anabautistas estadounidenses se vinculan al mundo de muchas maneras. Algunos vínculos se dan a través del trabajo o de la labor del Comité Central Menonita (MCC), la Asociación Menonita para el Desarrollo Económico o los Ministerios Cristianos de Ayuda. Otros vínculos surgen por medio de viajes, adopciones, matrimonio o albergando a estudiantes internacionales. Algunas congregaciones han establecido vínculos fraternales con congregaciones menonitas o de los Hermanos en Cristo de otras partes del mundo. Los anabautistas estadounidenses tienen mucho que aprender de la familia mundial de fe. Que la próxima Asamblea, Pennsylvania 2015, permita que se establezcan y prosperen aun más vínculos.
Steven M. Nolt, profesor de Historia de Goshen College (Goshen, Indiana, EE.UU.), y coautor (con el canadiense Royden Loewen) de Seeking Places of Peace—North America, el quinto y último tomo de la colección de Historia Menonita Mundial.
Un “tabernáculo de la zarza ardiente” armado para reuniones de evangelización de los Hermanos en Cristo, en Leedy, Oklahoma, en 1919. Los Hermanos en Cristo representan una comunidad anabautista moldeada por numerosos movimientos de renovación espiritual. Foto gentileza de la Biblioteca y Archivos Históricos de los Hermanos en Cristo
Michael Sharp, obrero del Comité Central Menonita (MCC), visita a Elizabeth Namavu y sus hijos como parte de su labor en la República Democrática del Congo. Muchos menonitas y Hermanos en Cristo de EE.UU. han entablado vínculos en todo el mundo, a veces mediante el servicio con el MCC. Foto: Jana Asenbrennerova
Durante la Primera Guerra Mundial, muchos varones menonitas y Hermanos en Cristo fueron encarcelados por negarse a ser reclutados por el ejército, debido a su compromiso con el evangelio de paz. Véase aquí varios menonitas que cantan himnos en prisión. Foto gentileza de los Archivos de la Iglesia Menonita USA
A principios de la década de 1950, mujeres de First Mennonite Church de Bluffton, Ohio, EE.UU., envasan carne para los programas de ayuda humanitaria del Comité Central Menonita para su distribución mundial. Foto gentileza de los Archivos de Bluffton University.
Overflow, una banda de alabanza integrada por jóvenes de las congregaciones de los Hermanos en Cristo de habla hispana, de Miami, Florida y alrededores, toca en un culto de la convención de la iglesia en 2014. Un tercio de todos los Hermanos en Cristo de Estados Unidos habla español. Foto: Will Teodori/ BIC U.S. Communications
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