Sanidad por el Espíritu

Hay muchas personas en África que experimentan la sanidad física por el poder el Espíritu Santo.

Está es una historia de dos tipos diferentes de sanidad física, en la iglesia Meserete Kristos en Addis Ababa, Etiopia, escrita por Tesfatsion Dalellew.

Hace algunos años, hubo una conferencia de avivamiento que se realizó cada noche durante una semana, lo que significó que todo el recinto de la iglesia durante este evento estuvo lleno de gente. Tesfa llegó un poco tarde y para ese momento, incluso las carpas externas al recinto estaban llenas, así que se ubicó de pie, un poco apretujado, al lado de una de ellas. A su derecha había alguien que no conocía, pero a su izquierda había una mujer joven que conocía porque ella participaba en el coro de su iglesia local. El coro entero había sido arrestado durante la época de persecución de los cristianos en Etiopia y todos habían sido gravemente golpeados. Esta mujer en particular había sido golpeada en la planta de sus pies, afectando los nervios en esta parte del cuerpo por lo cual no podía caminar.

El predicador estaba predicando un sermón muy corto cuando Tesfa llegó. Cuando terminó de predicar, esta persona le pidió a la gente que pusiera sus manos en la parte del cuerpo que le dolía, y después oró por la sanidad de todos. Tesfa había tenido problemas de espalda por más de 25 años, así que puso su mano derecha en su espalda. En algún momento en medio de la oración, la joven que estaba a su lado se cayó y comenzó a convulsionar. Tesfa pensó que ella estaba poseída por un demonio.

El pastor terminó la oración y luego dijo: “Hay una mujer en la carpa de afuera que ha estado teniendo un dolor severo en sus pies; el Señor te ha sanado. Por favor ven al frente y comparte tu testimonio”. En ese momento, la mujer que Tesfa creyó que había sido poseída empezó a moverse hacia adelante. Para asombro de todo el mundo, ella contó cómo la habían golpeado hasta el punto de que sus nervios habían sido afectados. Pero durante la oración ella sintió un poder que no pudo contener, y se había caído al suelo temblando. La mujer dijo que desde ese momento se había sentido bien y caminó hasta el frente de la iglesia, ya que la sanidad había ocurrido instantáneamente.

En cuanto a Tesfa, como él no se había caído, temblado o gritado y solo había sido testigo de una sanidad tan espectacular, empezó a quejarse con Dios porque no había sido sanado después de tener ese dolor por tantos años. Continuó de esta manera por tres días, hasta que finalmente se dio cuenta de que se estaba quejando del dolor, pero no lo estaba sintiendo. Luego se probó a si mismo haciendo cosas que no podía hacer antes, y no había dolor; incluso después de un agitado juego de tenis no había dolor. Entonces Tesfa comenzó a hablar del poder de la sanidad de Dios en su propia vida.

–Tesfatsion Dalellew, Comunicado del Congreso Mundial Menonita

Este testimonio hace parte de los recursos para el culto del Domingo de la Fraternidad Mundial 2018. Haga clic aquí para ver más: mwc-cmm.org/domingofraternidadmundial

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